lunes, 24 de octubre de 2011

Metallica + Lou Reed = Lulú

Si pensamos en la fórmula Metallica más Lou Reed, sería como combinar vino con sandía, pero con la diferencia de que los primeros, encajan, y bastante bien.

“Lulú”, como es costumbre en este mundo digitalizado, se filtró antes de que salga a la luz el próximo 31 de octubre, por lo que los músicos decidieron colgarlo y mostrárselo al mundo a través de su página de internet y dejarlo allí hasta que el trabajo salga a la venta.


El arte de tapa, un poco raro no?

“Branderburg Gate” es el kick off del álbum. Empieza con una tranquila y solitaria línea de guitarra acústica acompañada por la voz de Lou Reed hasta que James Hetfield y los suyos arremeten por detrás dándole una consistencia heavy, pero soft.

A mitad del álbum nos encontramos con “Mistress Dread” y Metallica sonando a como nos tiene acostumbrados, acá les toca a ellos. Con respecto a Reed, no canta, sino que habla, lo que hace al tema más difícil de entender, pero hasta que el oído de uno se acostumbre. Y al toque viene “Iced Honey” la canción más ¿tranquila? del disco hasta ahora, con la que damos un breve respiro a este híbrido que, personalmente, poco a poco, se va haciendo más ameno.

 Probablemente “Cheat On Me” sea el punto más oscuro del disco. Tiene un leve aire a “The day that never comes” y es de los tracks más largos, durando más de 11 minutos. “Frustration” el tema que sigue, calza perfecto si estás despechado/a, es una declaración de amor/odio a tu ex: “Ojalá pudiese matarte, pero tus ojos me gustan demasiado”, es una de las tantas expresiones bipolares que están presentes en la canción.

“Little Dog” es el tema que más cuesta terminar. Tiene una musicalización muy plana y constante, uno está a la expectativa del ataque de Hammett o de Lars Ulrich, pero nunca aparecen.  

El anteúltimo tema del disco “Dragon”, de lo mejor del álbum, se despierta a los tres minutos. Se repite la fórmula de darle el comienzo a Lou Reed como si fuera un trovador para que después, aparezcan los cuatro locos dándole masa de atrás, dejando que el maestro haga lo suyo.

Sentate y disfruta, que los 20 minutos de “Junior Dad”, la última canción del disco, valen la pena. Una guitarra con un leve chorus, y la voz de Reed como si estuviese contándole un cuento a su nieto, hasta que aparece una distorsión, pero que no lastima ni rompe el esquema, sino que gusta más.  Los minutos restantes son tomados por una leve pero consistente instrumentación que relaja aún más al melómano.

Los muchachos en acción.

En conclusión, es uno de esos materiales que lo escuchamos un par de veces y no gustan, pero lo volvemos a poner, una y otra vez, y no sabemos por qué, nos empieza a agradar. Seguramente al fan de Metallica de primera hora no le va a cerrar mucho el disco, se queda esperando esos solos infrahumanos de Hammett o alguna marca registrada de Lars, que no aparecen, pero que, no siempre son necesarios para hacer un lindo trabajo como es este: “Lulú”. 

Para terminar, lo que se escuchó del disco hasta ahora no tuvo buenas críticas en los medios y en el público. Pero, por qué? porque a la gente le cuesta la transición, le cuesta que el artista cambie la manera de hacer música por más de que se maneje todavía dentro de un mismo género. Por eso la reseña para los fanáticos a muerte, va a costar, pero dentro de 20 años, no van a saber la joya que tuvieron en sus manos y que rechazaron porque una mísera revista les puso una estrella de calificación o porque a la primera escuchada no les gustó.

Escuchá Lulú hasta el 31 de Octubre ONLINE en la página oficial!

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